Botas pantaneras, disfraces, maquillaje y brillos. En esta edición del festival, las personas se prepararon psicológica y físicamente con sus outfits para la lluvia torrencial como ocurre cada año en la realización de este evento, pero se llevaron una grata sorpresa pues todos los días fueron soleados y brillaron igual que las noches. Las pintas de las personas del primer día eran variadas, pero siempre acompañadas de una sonrisa de emoción, que no se ocultaba detrás de un tapabocas. A la 1:00 p.m. el festival abrió sus puertas y los conciertos empezaron a las 2:30 p.m. Mientras comenzaban los conciertos, el tiempo fue justo para tomarse la foto en los carteles de “Estéreo Picnic” y en el de “Aquí y ahora”. Los asistentes pudieron explorar las actividades que ofrecían las marcas aliadas del festival, experiencias como lanzarse de Bungee Jumping, demostraron la osadía de muchas personas temerarias que se arriesgaron y saltaron al vacío.
Entre las curiosidades del festival se encontraba un salón de comida gigante para que los amantes de las selfies se deleitarán tomándose fotos. Más que un festival el Estéreo Picnic también es un desfile que derrocha glamour y estilo, por este motivo se les brindó a las personas una carpa con estilistas para que cada asistente se sintiera parte de la pasarela, Para los curiosos que quisieron tener una vista amplia del festival y la ubicación del mapa bien mentalizada, el festival los consintió con una rueda de chicago digna de parque de diversiones.
Las personas reconocieron el lugar y las tarimas en las que se presentaban las bandas. En los conciertos se veían amigos, familia, desconocidos y parches congregados para disfrutar de los artistas que se presentaban entre humos, luces y aplausos de gozo. El tiempo iba pasando, como en cualquier buen momento: rápido.
Cómo en sus primeras ediciones, en su regreso el FEP apostó por bandas nacionales y emergentes dándoles protagonismo. En las primeras horas encontramos en tarima a Lucille Dupin, Urdaneta y, casi al mismo tiempo, en el escenario Páramo Presenta, Los Niños Telepáticos apostaron por salir con atuendos espaciales para fusionarlos con su rock psicodélico en un concierto programado desde hace dos años en la edición que fue cancelada por culpa de la pandemia.
Los sonidos alternativos y diferentes del festival desfilaron en esta tarima y en el escenario Banco de Bogotá, en donde los espectadores tuvieron la oportunidad de encontrarse con artistas que no aparecen como headliners de los carteles pero que, sin duda, tienen las propuestas más interesantes y mayor proyección. Bandas como Teatro Unión, Dear Boy, Briela Ojeda, La Pacifican Power y, los ya queridos por el público bogotano, Diamante Eléctrico, lograron dejar huella entregando unos shows que quedaron grabados en la memoria de los asistentes. Javiera Mena desde de Chile y Las Ligas Menores desde Argentina pusieron la cuota femenina e internacional en estas tarimas en el primer día.
Los espectadores admiraron mucho el talento nacional, incluyendo a los jóvenes de Piel Camaleón quienes, en versiones pasadas, asistieron como público, como fans, y ahora cuentan con su propia fanaticada. En esta ocasión fueron ellos quienes cantaron y llenaron de colores la tarima.
Cayó la tarde del primer día y el espacio se fue llenando de personas que iban corriendo de un lado a otro para intentar estar presentes en cada show del festival; parecían incansables, la emoción los empujaba a seguir. Eso es normalmente lo que brinda la música, un síndrome de Stendhal lleno de éxtasis.
Esa noche, los integrantes de IDLES, vestidos con la camiseta de la selección Colombia, pusieron la energía en modo punk ¡y a poguear a todos! A esa hora parecía importar poco o nada cualquier situación externa, pues en la sangre se sentía la rebeldía de años pasados, era puro disfrute y vibraciones… las canciones, las voces que emergían desde las tarimas, todo en ese momento fue mágico.
Una leyenda estaba por hacer su debut en Bogotá. El gran Nile Rodgers y su banda Chic tenían programada su presentación a las 8:45 p.m. en el escenario principal. Dentro del público se podían ver caras expectantes y ansiosas, por otro lado, otras personas no tenían ni idea de la descarga de r&b, funk, disco y soul que estaban por recibir. Sin dar espera sonaron los distintivos riffs de la guitarra de Rodgers para hacer de la siguiente hora sólo júbilo y fiesta. En el campo de Briceño sonaron éxitos como “Good Times”, “Le Freak”, “Les’t Dance” y “Get Lucky”, entre otros, que dejaron sonrisas y baile en los espectadores.
Pero una noticia que nunca se consideró llenó de tristeza el ambiente. En la tarima principal anunciaron que el concierto que cerraba la jornada, a cargo de Foo Fighters, se cancelaba. Después, Sergio Pabón, cofundador del festival, con la voz quebrada entregó el motivo a los asistentes: Taylor Hawkins, el baterista de la banda, acababa de morir. Un grito de negación se alzó entre el público como queriendo llamar y devolver a Taylor. Luego de esto, el espacio que era baile, música y bombos que retumbaban, se tornó en silencio.
Paralelamente, desde la tarima Adidas, los Black Pumas también dieron esta noticia, entristeciendo con el público de este escenario, que también enmudeció. Después del vacío que se sintió, la música y la voz angelical de Eric Burton elevó el espíritu, la energía y devolvió ese aire, ese suspiro que recién las personas habían soltado.
En el segundo día se vivieron espectáculos diversos y fantásticos. Era un ambiente más fiestero, las bandas más bailables y mucha más gente asistió al lugar del evento vestida de maneras más brillantes y extravagantes. Los que asistieron al primer día del festival aún tenían un sinsabor por lo de Taylor, pero el mismo cartel de “Aquí y ahora” les recordaba lo que era vivir el momento, el presente, disfrutar sin estancarse en el pasado o en la ansiedad futura, lo importante era lo que se podía sentir y hacer “Aquí y ahora”.
Para las bandas y para las personas el festival fue un gran homenaje a la música y a Taylor.
Empezando la jornada, bandas nacionales con menos recorrido, con menos humo y menos show de luces que lo que se vería en la noche con JBalvin, la sacaron del estadio. Se sentía auténtica la conexión entre ellos y el público, entre lo que decían como parte de su puesta en escena y su música.
Por ejemplo, con Armenia el público estalló de emoción cuando escucharon la canción de Frailejón Ernesto Pérez, mientras que los discursos que arengó el cantante de la banda, hizo sentir orgullosos a los asistentes por tener representantes tan dignos.
La música tradicional colombiana también hizo presencia en esta edición del FEP y esta responsabilidad no pudo estar mejor asignada que a los grandiosos Gaiteros de San Jacinto con una presentación en la tarima principal. La música de gaitas, porros y cumbias invadió los rincones del festival y puso a bailar a nacionales y extranjeros, demostrando que no es necesaria una gran maquinaria para dar un espectáculo de primer nivel.
De la misma manera, un poco antes, el grupo Bejuco, directamente desde Tumaco, entregó un show completísimo de afrobeat y los sonidos del Pacífico colombiano, con la marimba de chonta, los tambores y los coros tradicionales bambuco acercaron en vivo el espíritu del centro del país a las raíces negras de Colombia.
Desde Medellín, los artistas Bella Álvarez y Pavlo llegaron al FEP a dar todo de sí en la tarima. También aprovecharon para disfrutar del festival, “escuchar la música de tusa de Ed Maverick”, como dijo Bella, y a hacerle barra con mucho orgullo a las otras bandas nacionales que hicieron parte del cartel.
Como en el primer día, las tarimas alternativas del festival recibieron artistas que seguro no iban a fallar en sus espectáculos. En el escenario Páramo un par de gemelas llegaron para comerse al festival entero con su presentación; Juanita y Valentina, más conocidas como Las Añez, con la elegancia de sus canciones, sus armonías vocales de otro mundo y un show inigualable, lograron enamorar a nuevos espectadores y afianzar a su público fiel.
Seguido de ellas el gran Edson Velandia, ya una figura clave en la música del país, apareció en el festival con su rasqa cargada de realidad nacional poniendo corear a todos los asistentes. Al mismo tiempo, en el escenario Banco de Bogotá, se presentaron Flavor Colectivo y Delfina Dib.
Empezando a caer la noche, un nuevo referente de la música mexicana de autor, llamado al festival en último momento, estaba listo para su presentación en Bogotá. Ed Maverick entregó un gran show y en compañía de una fanaticada fervorosa cantaron a una sola voz todas sus canciones de desamor.
Jungle regresó a ser parte del Estereo Picnic tras su participación de la edición del 2016. Los creyentes se unieron para celebrar junto a los británicos, la espera había acabado y la tonada inicial que prendió la fiesta fue Keep Moving, la cual puso a todos en sintonía e hizo vibrar a la multitud. Su característica mezcla entre R&B, soul, electrónica y pop con altos falsettos, notas de funk, sintetizadores y toques de gospel nos permiten volver a vivir los ritmos de la old school. Josh Lloyd-Watson y Tom McFarland transformaron en una pista de baile el escenario principal del FEP, nos brindaron un gran show donde pudimos cantar y bailar en un mundo distinto.
Uno de los shows favoritos de la gente fue el de C. Tangana o Antón o El Madrileño o Pucho o Puchito, si le tienen confianza. La gente se pregunta: ¿Cuál será la maña para que, Sin cantar ni afinar, hiciera creyente a los ateos? Como una obra de teatro, como una película o como un buen show C. Tangana mantuvo bien arriba la energía del público, conectados, cantando y gritando cada verso al ritmo del trap, reggaeton y flamenco. Cantaban esas canciones identificados con la tusa, el resentimiento, exceso de lujos y el vacío existencial.
Arriba, en lo alto, un halo de luz siempre lo cubría, los artistas que lo rodeaban tenían sus propias acciones, tan naturales que no parecía una tarima común, sino un bar lujoso, con una gran reunión fraternal en la que se encontraban y celebraban. Las personas con un éxtasis de júbilo sentían que Puchito era ese amigo que les curó el alma y les invitó un trago; cada vez que El Madrileño cantaba se creaba una narrativa y una construcción de los personajes en todo el imaginario de una obra. Estos artistas en la presentación “Sin cantar ni afinar” de C. Tangana nunca se salieron de sus personajes y ni en un solo momento se desconectaron del público, así existieran los silencios después de que brindaran y bebieran, los espectadores, seguían oyendo y viviendo la historia.
El escenario principal se fue llenando cada vez de más personas para el show principal. Pero antes fue el momento para la música electrónica en su más alto nivel, el DJ y productor neerlandés Martin Garrix hizo estallar el Campo de Golf Briceño18, con sus beats, juegos de luces y pirotecnia la gente vibró e hizo mover, literalmente, el suelo del lugar; todos sus éxitos dejaron en lo más alto la energía de los asistentes.
Todo quedó listo para el inicio de una decepción.
Aunque las personas fueran con las pintas más fiesteras, muchos solo por el hecho de que iban a perrear con J. Balvin por la noche, terminaron sintiéndose como este meme:
No todos los shows fueron memorables de una buena manera.
Como puesta en escena y como concierto muchos esperaron con altas expectativas a J Balvin. Empezó bien, todo el público cantó con los ojos cerrados mientras perreaban en un grupo descomunal de miles de personas, pero al artista la tarima principal se le fue convirtiendo en un espacio grande, inabarcable con su música que era más la música de otros en donde él solo había hecho una colaboración, una interrupción. Las personas se empezaron a ir a mitad del show. Esto se sintió cuando la energía bajó hasta el piso en cada silencio, cada chiste o cada comentario que hizo José. Intentó volver dinámica e “improvisada” su presentación, cuál rapero freestylero, pero solo repetía y repetía y repetía… un sonsonete que decía: “La altura me pegó duró” y “Voy a improvisar el show”, y sí, parecía una improvisación impostada.
Por luces, sonido, humo y demás artimañas fue mejor que algunos otros shows, pero causó decepción porque las expectativas para el artista que nos representa en todo el mundo, lo queramos o no, estaban demasiado arriba para el resultado final.
Sin embargo la noche tenía preparada otra sorpresa. En el Escenario Adidas, la leyenda de la música electrónica, el DJ y productor británico Fatboy Slim fue el as bajo la manga que el festival preparó para cerrar esta jornada. Y no falló. Sus temas conocidos de originales beats llegaron a lo más alto del lugar, un público frenético y exaltado dejó el cansancio de lado para saltar y gritar al ritmo de su música.
Al tercer día se sentía que las personas no querían abandonar el lugar. Aunque muchos se notaban un poco agotados por las jornadas tan largas de concierto en concierto, seguro querían despertarse y que al otro día existiera otro cartel y otros conciertos. Muchos otros deseaban que se repitiera esta fiesta el próximo mes o en seis meses o que el año pasará rápido para volver a vivirla. Pero mientras tanto, antes de llegar a la tarima Adidas, un aviso mantenía la intención viva: “Aquí y ahora”.
El inicio de la jornada estuvo a cargo de una de las nuevas cantautoras y voces femeninas con más proyección en la escena pop de Bogotá: Paula Pera y El Fin de los Tiempos en el Escenario Adidas cantaron frente a bastante público listo para su presentación y su sorpresa. Fue un show lleno de letras, acordes de guitarra y ritmos de batería que encendieron la llama del último día del festival.
Por un mismo escenario pasaron muchos sonidos y ánimos distintos, el mismo día en horas distintas sonaron en el escenario Paramo Presenta Los Cotopla Boyz y Margarita Siempre Viva. Un contraste de gozadera fiestera y sentimiento profundo indie sad punk. Todos gozaron auditiva y visualmente con Los Cotopla Boyz, por sus pintas basadas en la nostalgia noventera y su cumbia llena de auténtico sabor cotoplero. Y En el concierto de Margarita Siempre Viva todos quisieron perdurar unos mil años en ese día apacible, que otorgaba su música y sus sonidos nostálgicos.
Para el público más joven, desde Tijuana, México, llegó uno de los shows más esperados: la artista Bruses, catalogada como una revelación del nuevo pop alternativo. Con sus letras, que hablan acerca del matoneo o del suicidio y como superarlos a través de la música, la superación y aceptación personal, inició su show, cantó y saltó con sus nuevos “parceros” colombianos como llamó a sus fanáticos, un importante grupo de seguidores consolidado en la capital. Además, cerró su show homenajeando al baterista de los Foo Figthers e invitó al escenario a la banda bogotana Los Petit Fellas para cantar “No se va”, su canción en colaboración.
Como en todos los grandes festivales siempre debe haber una estrella de pop. En este caso Marina fue la encargada. Desde su anuncio como parte del cartel del festival sus fans se hicieron notar, invadieron las redes con mensajes y publicaciones llenas de euforia y emoción a la espera de su concierto.
Su llegada al país no fue fácil ya que varios vuelos de la región se atrasaron o cancelaron. Para ponerle más tensión a su participación en el FEP, como si con la de sus fans no fuera suficiente, el festival anunció que, por los retrasos en los vuelos, su show era reprogramado del día sábado al día domingo, pero no importó porque, ese domingo, sus fans se hicieron desde las 5:15 p.m. en el escenario Banco de Bogotá, a reventar, con miles de espectadores ansiosos por ver a su artista favorita. Sin duda otro momento memorable del FEP.
Una figura llena de tatuajes y de pelo rosado también pisó el escenario principal del Picnic. El pop punk y rock de Machine Gun Kelly se apoderó de los espectadores e hizo gritar a la mayoría de las fans que estaban en primera fila. Guitarras, bajo, batería y algo de pirotecnia fueron parte del show que Colson Baker trajo a Bogotá en sus canciones intrépidas y rebeldes que sus seguidoras corearon con él, entregado y cercano al público, dejando una gran satisfacción en todos.
La representación latinoamericana en el tercer día del Estéreo Picnic corrió por cuenta del argentino WOS, quien se desbordó con una muestra de su clásico freestyle en compañía del rapero colombiano Valles-T, sorprendió con una batalla de beatbox de él contra la batería, y con su poderoso rap acompañado por el rock que le agregaba la guitarra eléctrica. Fue un concierto en el que WOS dejó el alma entera en cada canción, sin bajar la voz ni tampoco la fuerza en la garganta o en sus movimientos, sin tomar agua o respirar. “Wosito” es uno de los culpables de que la gente piense que los artistas son seres divinos y que no tienen necesidades. El concierto de WOS se resume en verso y medio suyo: “Esto pega como coca, la gente baila loca y el cuello se disloca”. Sabroso.
Al mismo tiempo en el Escenario Adidas llegaba una de las artistas más esperadas por muchos: Laura Pergolizzi, más conocida como LP. La neoyorkina visitó Bogotá por segunda vez ante un público más amplio y fervoroso. Con un traje plateado y una banda en su cabeza, también plateada, LP no perdió tiempo y entregó a todos cada uno de sus éxitos. La sonrisa en su rostro después de cada canción demostró su gusto por estar en el escenario y en el festival, y la respuesta en miles de aplausos demostró porque es una de las artistas más queridas en Latinoamérica. Con la guitarra, el ukelele, la armónica o, simplemente con su voz, Laura y su banda pusieron muy arriba la vara para medir la calidad en un concierto.
Casi cerrando el festival la música electrónica estaba a cargo de la ya consagrada Nina Kraviz, donde sus ya fieles seguidores y seguidoras de la capital se preparaban para vivir una descarga de sus beats y sus éxitos.
El #Comeback del festival fue nostálgico, triste, tremendamente festivo y alegre, hubo muchos sentimientos encontrados. El mundo distinto finalizó su versión del año 2022 con juegos pirotécnicos y bandas poderosísimas, también pirotécnicas, como The Strokes que realizó un show impecable y muy emotivo. En la madrugada, los argentinos de El mató a un policía motorizado, sobre la tarima Páramo Presenta, fueron los encargados de cerrar con broche de oro, dejando un sentimiento profundo de hasta luego, de querer volver, de tusa, de depresión cinética, de no querer irse, de ¿me puedo quedar a vivir aquí en este mundo distinto?
Con esta montaña rusa de sentimientos que nos despierta la música finalizó el Festival Estéreo Picnic 2022, uno de los más importantes de Colombia, que recibe a miles de personas de diferentes países cada año, quienes se pegan el viaje para vivir una experiencia que le contarán, de seguro, a futuras generaciones.
De lo que estamos seguros es que un mes después del festival para todos es dificíl asumir que ya vivimos el tan anelado regreso del FEP, hubieramos querido quedarnos allí en esos tres días, pero también sabemos que es un mes menos de espera para la edición de 2023 a la cual asistiremos como fieles creyentes.
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