Hablar de Hip-Hop es hablar de rebelión, es levantarse contra toda autoridad que segrega para excluir a los ricos de los pobres, los buenos de los malos, los lindos de los feos, los sanos de los enfermos. En este movimiento no importa quién eres, de donde eres o cuanta plata tienes en tu cuenta bancaria, lo único que tiene relevancia es la sensibilidad para conectar con la música y, dicho sea de paso, con los otros. Esta filosofía se pudo sentir en la vigesimosexta edición de Hip-Hop al Parque 2023 durante el 22 y 23 de julio de forma única, donde ninguna categoría importó, solo la fiesta en hermandad alrededor de las rimas, el break dance y las mezclas ultrasónicas de los DJ’s.

Como costumbre de todos los años desde 1997 este festival se organiza en la capital colombiana con el propósito de promover la cultura urbana en la ciudad. Esta iniciativa, que cuenta con el apoyo distrital, a permitido dignificar una cultura que nos pertenece a todos y todas, más que cualquier otra, como habitantes de una ciudad latinoamericana o mejor, como habitantes de un territorio en resistencia. El Hip – Hop que escaba su origen en las periferias de Nueva York hacía el año de 1973, este año cumplió medio siglo de vigencia y en el festival lo celebramos con cifras históricas: alrededor de 150 mil personas se reunieron para elevar las manos al unísono, dejando el lenguaje de la calle en lo alto.

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Con una lista de 214 artistas de lujo, en la que se encontraron nombres de talla como GZA & The Phunky Nomads, Motilonas Rap, Los Nandes, Solitario Soldado, Yoss Bones, Loko Kuerdo o La Wera Deejay, los bogotanos saltaron hasta hacer temblar el parque Simón Bolívar; la algarabía convertida en oleajes de humo, las sonrisas de parcería y una que otra manifestación de amor, fueron los síntomas de dos días inolvidables para el RAP colombiano. Parte fundamental de este logro fue destacar el rol de la mujer, haciendo conciencia de su importancia para la escena, una de las abanderadas para esta tarea fue La Farmakos, artista distrital que ha convertido el veneno en cura a través de la música y que durante treinta minutos dejó en la tarima la evidencia porque hoy las mujeres están sonando cada vez más fuerte.  

Otra consigna del festival fue el espacio para las batallas internacionales de break dance, en la que agrupaciones de Perú, México y el Salvador se enfrentaron a la cuota local por el titulo del festival, la misma que se coronaria como vencedora haciendo respetar la casa. Además, la presencia del grafiti tuvo mayor protagonismo al habilitarse zonas especificas donde el MAB (Museo abierto de Bogotá) a través de 49 artistas le dieron color al festival.

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Entre rimas que desnudan la realidad de muchos, sentirse identificado con letras que golpean el pecho hasta hincharlo de valor, casi como un ritual de liberación, la contracultura de lo que es el Hip-Hop demostró que una vez al año hay una gran fiesta, la fiesta de los reales, de los que se la sudan de sol a sol porque el camarón que se duerme no come. La historia se escribe todos los días y quedó anotado que en los 50 años del Hip-Hop en Bogotá, Colombia hay una escena que ya es un fenómeno que no deja de crecer.

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